🇦🇩 Cuando el miedo fiscal apaga el talento: una oportunidad que Andorra no supo retener
- arantxarubiol
- 23 may
- 2 Min. de lectura
Hace unas semanas, llegó a mi despacho un perfil muy interesante: una persona joven, con mentalidad digital y una fuente de ingresos propia construida con esfuerzo, conocimiento y visión. Un caso más —y a la vez diferente— dentro del ecosistema de nuevos profesionales que buscan estabilidad jurídica, fiscalidad razonable y una vida sostenible.
Ya había iniciado el proceso de residencia activa en Andorra. Lo tenía todo listo: estructura, plan de negocio, actividad escalable. Incluso había invertido más de lo necesario por haber seguido una vía más compleja de entrada (constitución de sociedad), cuando hubiera podido optar por la residencia como profesional titulado, mucho más ajustada a su realidad.
¿La razón? Mal asesoramiento. O mejor dicho, demasiado asesoramiento.
Muchos asesores, muchas versiones, una sola ansiedad
En busca de claridad, habló con distintos profesionales, tanto en Andorra como fuera. El resultado fue lo contrario: versiones contradictorias. Cada una planteaba riesgos distintos, interpretaciones divergentes del convenio de doble imposición, de los vínculos económicos con España, del concepto de establecimiento permanente.
Y todo eso en medio de un contexto emocional delicado: trámites ( Crear una sociedad andorrana— puede tardar perfectamente 6 meses o más ), inversión, dudas legales y el temor constante de ser “mal interpretado” por Hacienda española.
Una estructura lógica, un riesgo mal explicado
El cliente tenía una sociedad en Andorra. Mantenía colaboraciones puntuales con otras estructuras empresariales en España y participaba en una joint venture profesional donde compartía participación al 50 %.
Todo correcto desde el punto de vista técnico, mientras se cumplan los requisitos de residencia, sustancia y transparencia.
Pero el miedo empezó cuando llegaron las preguntas:
“¿Puedo visitar a mi familia en España?” “¿Me van a considerar residente en España por tener clientes allí?” “¿Pueden decir que mi empresa andorrana en realidad opera desde allí?”
Preguntas lógicas, que merecen respuestas claras. Pero recibió escenarios confusos. Y eso fue minando su confianza.

Cuando la inseguridad jurídica cuesta talento
Lo que podría haber sido una historia de crecimiento, arraigo y creación de valor desde Andorra, se convirtió en un proceso costoso y emocionalmente drenante.
Finalmente, esa persona optó por no seguir adelante con la residencia. No por razones fiscales, sino por falta de certidumbre.Andorra no perdió solo un residente: perdió una oportunidad de atraer ingresos, innovación y reputación internacional.
Reflexión final
El talento de hoy no necesita privilegios.
Necesita claridad, seguridad jurídica y coherencia institucional.
Cuando cada asesor fiscal da una versión distinta, el problema no es el sistema, es la falta de codificación y alineación entre teoría y práctica.
Y si una persona que ya había apostado por Andorra se va por miedo a “hacerlo mal” sin haber hecho nada mal, entonces tenemos un problema que va más allá de la fiscalidad. Es un problema de visión de país.




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